martes, 27 de abril de 2010

Invitación al Foro sobre los 200 años de la Independencia

Este Foro permitirá reflejar una mirada retrospectiva sobre el 19 de Abril de 1810 y el despeje de la misteriosa incógnita del hombre en libertad, por ello, la Línea de Investigación de Historia Regional y Local Cátedra Mario Briceño Iragorry esboza su pensamiento a través, de estos intelectuales que vienen a discernir sobre los 200 años de la independencia a propósito del bicentenario.


¿Qué celebramos el 19 de Abril?

escrito por Alexi Berríos Berríos
Diario de Los Andes, miércoles, 21 de abril de 2010

Históricamente hablando, el 19 de abril de 1810 figura como una fecha clave para analizar y comprender dos rostros de Venezuela en justa dimensión. Quiérase o no, la época colonial fue de gran importancia cultural y dejó un legado invalorable al momento de sopesar nuestra esencia de pueblo. Por tanto, es menester acercarnos a esa vieja escena político-social con miras a develar el verdadero caldo de cultivo de una sociedad en ciernes que progresivamente se irá ordenando bajo las decisiones del imperio español. Nada más cierto, empero amén de las transformaciones suscitadas en el continente europeo después de la segunda mitad del siglo XVIII, Venezuela toma un rostro diferente, y a la par, llegan ideas novedosas como resultado de la ascensión de los Borbones al poder español. Valdría muy bien la pena caracterizar lo relevante de esta dinastía, pero por razones de espacio procuraré señalar lo concéntrico de estos forjadores del llamado Despotismo Ilustrado, trayendo a colación que fueron déspotas absolutos como los Austria, pero a diferencia de ellos, mostraron pasión por la filosofía, la filantropía, el arte y el progreso en general. En otro giro, los Borbones establecieron una diferencia de monta con respecto a sus antecesores al incentivar el uso de la razón, la crítica argumentada e impulsaron todo lo relacionado con la ilustración. En vista de esto, se asume la duda cartesiana y el hombre a través de la razón comienza a levantarle a fondo el velo al universo. Abre posibilidades remozando los espacios coloniales y a Venezuela llega con Carlos III la organización geopolítica de su territorio en el año 1777. Asimismo, avizoran los derechos ciudadanos, la división de los poderes, el sentido político del federalismo y la excelsitud de la república moderna estadounidense. Me refiero, entonces, a la independencia de la patria de Washington soportada sobre una constitución que marcará pauta a nivel universal en unión con los principios de la Revolución Francesa acontecida en el año 1789.

En términos amplios, la sociedad venezolana logra su traza en pleno sentido por el influjo de un pensamiento foráneo que con el correr del tiempo irá evolucionando al punto de promover las ideas independentistas. No hay duda. El soma cultural de Venezuela se izó con el cruce racial y ahí se hilvanaron las premisas sociales que insertaron a esta "Tierra de Gracia" al cuadro de la civilización universal. Así que, la mirada en comprensión, pinta el ocaso del orden colonial a raíz del 19 de abril de 1810.

En esencia, la hebra cultural venezolana sufrió un corte ese jueves santo y más allá de la salida de Emparan el destino de la patria pasó a ser otro. Rompimos con tres siglos de historia en progresivo y asumimos la gesta independentista como una marca indeleble. Enhiestas se encuentran las proclamas aducidas por los libertadores, que movidos por intereses de clase, decidieron pulverizar lo existente para destinarse a un futuro aciago. Se olvidaron ellos de las fuentes donde bebieron para poder elucidar el conocimiento. Y lo peor: ahogaron a miles de venezolanos enrolándolos en una guerra innecesaria, traumática y simbólica hasta nuestros días. Un conflicto que se prolongó en montoneras, escaramuzas y guerras intestinas, tachando los vocablos progreso y bienestar social. De allí que valga la pena evaluar ambos rostros originados por aquel 19 de abril de 1810. Eso, con la intención de analizar en firme la hazaña de los héroes integrantes del ayuntamiento libertador e invitar a la sinceridad en una sociedad de conciencia anti-histórica, donde cualquier llamado a la cordura, es considerado un acto de conspiración.

Héroes civiles

escrito por Alexi Berríos Berríos
Diario de Los Andes, miércoles, 14 de abril de 2010

El caldo de cultivo de la historia de Venezuela lo encontramos al revisar en preciso lo concerniente a las guerras intestinas desarrolladas al calor del siglo XIX, y, encima, figuran los nombres de libertadores, luchadores sociales, epígonos de Bolívar enfrentando al imperialismo, arengas, conatos de autodeterminación... A decir verdad, la historia funge como el asiento de un protagonismo bélico determinante para la enseñanza y difusión de la misma. Es notorio, por ejemplo, la insistencia en trasladar a los héroes con sus maletas, acciones, "pensamientos," nada menos que al siglo XXI. Lógicamente, ese traslado anula la verdadera sustancia de la historia de Venezuela y convierte su estudio en palabra estéril. Puede decirse, incluso, que atomiza a la juventud en relación con la comprensión del hilo cultural venezolano. Cierto, ese conocimiento anecdótico, militarista, epopéyico... continúa siendo objeto de crítica científica, objetiva, señalándose sobre todo lo imperativo de entender de una vez por todas el significado de la historia de los hombres, y, es allí, donde figuran con fuerza estentórea el papel de lo civil. O, lo que es lo mismo, las ejecuciones de los hombres en el hilo del tiempo en virtud de construir una nación. Es innegable, las sociedades se configuran sobre la base de ideas, hechuras culturales... y en esa línea caen nombres como los de Andrés Bello, Santos Michelena, José María Vargas, Fermín Toro, entre otros que figuran en la larga lista de connotados venezolanos. Empero, confesémoslo sin amargura, estos nombres vienen siendo tratados de manera somera en el estudio de la historia nacional como resultado del privilegio conferido a los paladines de las guerras. Emergen los brillos militares a contrapelo de las dotes ciudadanas, develándose frente a las pupilas de los jóvenes venezolanos la fraudulenta y episódica historia de un país. En efecto, ¿Cómo pueden comprender los jóvenes lo atinente a la tradición de pueblo? ¿Cómo pueden buscar y seguir los pasos verdaderos desde el punto de vista del pensamiento? O cuando menos, ¿cómo pueden sentirse de manera clara y precisa venezolanos? Cabría muy bien, subrayar el enfriamiento que esto origina en esos espíritus acendrados. Enfriamiento, descontento, fastidio... y vaya con ellos el término negación de la historia.
Con tales apreciaciones, el estudio y la enseñanza de la historia debe dirigirse por la senda efectiva del conocimiento. Ir mucho más lejos de esas significaciones militaristas impeliendo la comprensión de la realidad venezolana en sus diferentes contextos. Sólo así, podríamos aspirar a forjar conciencia cívica en un país signado por ese círculo vicioso de repetidores de fechas, hazañas, contiendas... Por eso, Arturo Uslar Pietri expresó: "Pareciera que no ha habido otra cosa de importancia en Venezuela que batallas y combates, y que fuera de sus hombres de charreteras el país no tuviera hombres ejemplares (...) Caracas, que está poblada de estatuas de militares, no tuvo una de Bello hasta hace veinte años. En la misma plaza donde oscura e inadecuadamente se escondió a Bello, tenía varias décadas el bronce del general Zamora con el sable desenvainado. Como si fuera menos fecunda hazaña y menor herencia para la existencia y para la gloria de los venezolanos, la Gramática de la lengua castellana para uso de los americanos que el combate de Santa Inés".
En sustancia, se trata de encontrarle el sentido sereno, hermenéutico, objetivo, al pasado histórico como totalidad. Y a la sazón, impulsar la constitución de la auténtica historia de Venezuela para una juventud ávida de un bello futuro.