escrito por Alexi Berríos Berríos
Diario de Los Andes, miércoles, 21 de abril de 2010
Históricamente hablando, el 19 de abril de 1810 figura como una fecha clave para analizar y comprender dos rostros de Venezuela en justa dimensión. Quiérase o no, la época colonial fue de gran importancia cultural y dejó un legado invalorable al momento de sopesar nuestra esencia de pueblo. Por tanto, es menester acercarnos a esa vieja escena político-social con miras a develar el verdadero caldo de cultivo de una sociedad en ciernes que progresivamente se irá ordenando bajo las decisiones del imperio español. Nada más cierto, empero amén de las transformaciones suscitadas en el continente europeo después de la segunda mitad del siglo XVIII, Venezuela toma un rostro diferente, y a la par, llegan ideas novedosas como resultado de la ascensión de los Borbones al poder español. Valdría muy bien la pena caracterizar lo relevante de esta dinastía, pero por razones de espacio procuraré señalar lo concéntrico de estos forjadores del llamado Despotismo Ilustrado, trayendo a colación que fueron déspotas absolutos como los Austria, pero a diferencia de ellos, mostraron pasión por la filosofía, la filantropía, el arte y el progreso en general. En otro giro, los Borbones establecieron una diferencia de monta con respecto a sus antecesores al incentivar el uso de la razón, la crítica argumentada e impulsaron todo lo relacionado con la ilustración. En vista de esto, se asume la duda cartesiana y el hombre a través de la razón comienza a levantarle a fondo el velo al universo. Abre posibilidades remozando los espacios coloniales y a Venezuela llega con Carlos III la organización geopolítica de su territorio en el año 1777. Asimismo, avizoran los derechos ciudadanos, la división de los poderes, el sentido político del federalismo y la excelsitud de la república moderna estadounidense. Me refiero, entonces, a la independencia de la patria de Washington soportada sobre una constitución que marcará pauta a nivel universal en unión con los principios de la Revolución Francesa acontecida en el año 1789.
En términos amplios, la sociedad venezolana logra su traza en pleno sentido por el influjo de un pensamiento foráneo que con el correr del tiempo irá evolucionando al punto de promover las ideas independentistas. No hay duda. El soma cultural de Venezuela se izó con el cruce racial y ahí se hilvanaron las premisas sociales que insertaron a esta "Tierra de Gracia" al cuadro de la civilización universal. Así que, la mirada en comprensión, pinta el ocaso del orden colonial a raíz del 19 de abril de 1810.
En esencia, la hebra cultural venezolana sufrió un corte ese jueves santo y más allá de la salida de Emparan el destino de la patria pasó a ser otro. Rompimos con tres siglos de historia en progresivo y asumimos la gesta independentista como una marca indeleble. Enhiestas se encuentran las proclamas aducidas por los libertadores, que movidos por intereses de clase, decidieron pulverizar lo existente para destinarse a un futuro aciago. Se olvidaron ellos de las fuentes donde bebieron para poder elucidar el conocimiento. Y lo peor: ahogaron a miles de venezolanos enrolándolos en una guerra innecesaria, traumática y simbólica hasta nuestros días. Un conflicto que se prolongó en montoneras, escaramuzas y guerras intestinas, tachando los vocablos progreso y bienestar social. De allí que valga la pena evaluar ambos rostros originados por aquel 19 de abril de 1810. Eso, con la intención de analizar en firme la hazaña de los héroes integrantes del ayuntamiento libertador e invitar a la sinceridad en una sociedad de conciencia anti-histórica, donde cualquier llamado a la cordura, es considerado un acto de conspiración.
Diario de Los Andes, miércoles, 21 de abril de 2010
Históricamente hablando, el 19 de abril de 1810 figura como una fecha clave para analizar y comprender dos rostros de Venezuela en justa dimensión. Quiérase o no, la época colonial fue de gran importancia cultural y dejó un legado invalorable al momento de sopesar nuestra esencia de pueblo. Por tanto, es menester acercarnos a esa vieja escena político-social con miras a develar el verdadero caldo de cultivo de una sociedad en ciernes que progresivamente se irá ordenando bajo las decisiones del imperio español. Nada más cierto, empero amén de las transformaciones suscitadas en el continente europeo después de la segunda mitad del siglo XVIII, Venezuela toma un rostro diferente, y a la par, llegan ideas novedosas como resultado de la ascensión de los Borbones al poder español. Valdría muy bien la pena caracterizar lo relevante de esta dinastía, pero por razones de espacio procuraré señalar lo concéntrico de estos forjadores del llamado Despotismo Ilustrado, trayendo a colación que fueron déspotas absolutos como los Austria, pero a diferencia de ellos, mostraron pasión por la filosofía, la filantropía, el arte y el progreso en general. En otro giro, los Borbones establecieron una diferencia de monta con respecto a sus antecesores al incentivar el uso de la razón, la crítica argumentada e impulsaron todo lo relacionado con la ilustración. En vista de esto, se asume la duda cartesiana y el hombre a través de la razón comienza a levantarle a fondo el velo al universo. Abre posibilidades remozando los espacios coloniales y a Venezuela llega con Carlos III la organización geopolítica de su territorio en el año 1777. Asimismo, avizoran los derechos ciudadanos, la división de los poderes, el sentido político del federalismo y la excelsitud de la república moderna estadounidense. Me refiero, entonces, a la independencia de la patria de Washington soportada sobre una constitución que marcará pauta a nivel universal en unión con los principios de la Revolución Francesa acontecida en el año 1789.
En términos amplios, la sociedad venezolana logra su traza en pleno sentido por el influjo de un pensamiento foráneo que con el correr del tiempo irá evolucionando al punto de promover las ideas independentistas. No hay duda. El soma cultural de Venezuela se izó con el cruce racial y ahí se hilvanaron las premisas sociales que insertaron a esta "Tierra de Gracia" al cuadro de la civilización universal. Así que, la mirada en comprensión, pinta el ocaso del orden colonial a raíz del 19 de abril de 1810.
En esencia, la hebra cultural venezolana sufrió un corte ese jueves santo y más allá de la salida de Emparan el destino de la patria pasó a ser otro. Rompimos con tres siglos de historia en progresivo y asumimos la gesta independentista como una marca indeleble. Enhiestas se encuentran las proclamas aducidas por los libertadores, que movidos por intereses de clase, decidieron pulverizar lo existente para destinarse a un futuro aciago. Se olvidaron ellos de las fuentes donde bebieron para poder elucidar el conocimiento. Y lo peor: ahogaron a miles de venezolanos enrolándolos en una guerra innecesaria, traumática y simbólica hasta nuestros días. Un conflicto que se prolongó en montoneras, escaramuzas y guerras intestinas, tachando los vocablos progreso y bienestar social. De allí que valga la pena evaluar ambos rostros originados por aquel 19 de abril de 1810. Eso, con la intención de analizar en firme la hazaña de los héroes integrantes del ayuntamiento libertador e invitar a la sinceridad en una sociedad de conciencia anti-histórica, donde cualquier llamado a la cordura, es considerado un acto de conspiración.
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